Hacerse daño de vez en cuando no es malo

Hablando con un compañero repatriado (ha estado 3 laaargos años en Portugal) he descubierto que hay juegos infantiles, de los de nuestra infancia, a los que no solo jugábamos los “brutitos” del pueblo, sino que son universales, solo que a veces simplemente se llaman de forma diferente.

Por ejemplo, el “tirahuevos”. Así denominaban en su barrio de “Santaco” (Santa Coloma de Gramanet) al tubo, generalmente de plástico, por el que se hacía pasar un globo, fijado en el otro extremo, y que servía para disparar pequeños (o no tanto) proyectiles. En mi tierra se llamaba “ruloglobo”, nombre poco elaborado ya que el tubo generalmente era un rulo para el pelo que robábamos a nuestras madres.

En cuanto a nombre más trabajado teníamos nosotros el “tirabique” o “tirabike”, consistente en una madera de unos treinta centímetros de largo a la que se le incorporaban un clavo en uno de los laterales cortos y otro en la superficie, lo más alejado posible. En el clavo de la superficie sujetaba una pinza de ropa que servía de “gatillo disparador” del proyectil, el cual era un hierro de pinza unido a una goma elástica. Sí, hacía bastante daño si daba uno de esos con fuerza.

Además estaban las peleas entre amigos, aquellas en las que dos se enganchaban por tonterías como “ha sido gol” vs. “no, ha pasado por encima de la chaqueta y es fuera” (¿quién no ha usado dos chaquetas como portería alguna vez?), se armaba la de San Quintín (una de ellas http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_San_Quint%C3%ADn) y luego no pasaba nada, al día siguiente volvías a llamar a tu amigo para que bajase a jugar al balón, y como mucho lo elegías el último haciendo lo de “monta y cabe” (eso de ir poniendo un pié pegado delante del otro hasta que llegases a tropezarte con el otro “capitán” y si tu pié pisaba los dos a lo largo pero cabía a lo ancho en el hueco restante tú elegías primero).

Y es que ahora no es lo mismo. Todo ha de ser seguro para los niños, nada de que se puedan raspar un poco la rodilla o hacerse un pequeño moratón, por Dios, vete tú a saber que trauma se les puede crear, a no ser que se les quiera crear el trauma de niños ñoños desde un principio. Porque a mí, desde luego, no se me ha quedado ninguno… (no vale reirse, que vale que estoy loco pero no traumatizado...).

¿Qué les ha pasado a los padres que han vivido eso y ahora están alarmadísimos porque sus niños llegan con una rodilla amoratada por haberse caído en el patio del colegio que, no solo no estando contentos por haber criado a un niño normal, demandan al colegio por no tener medidas de seguridad suficientes? ¿Qué tienen que hacer los niños? ¿Ir recubiertos de papel de burbujas?

Yo no tengo hijos (al menos reconocidos, como se suele decir… jajaja), pero sé que si llego a tener alguno (¿candidatas XD?) va a ser un niño feliz, no porque le compre el último modelo de consola porque a todos sus amigos se la han comprado, sino porque va a saber jugar, y me encargaré personalmente de que sea así, jugando con él, no aparcándolo delante de la tele y sacándolo como quien saca al perro los fines de semana a jugar un rato con la pelota.

Y si terminamos los dos amoratados, llenos de barro y muy cansados pero felices y contentos de, por ejemplo, haber construido un carricoche juntos pero que al final le faltaba un tornillo y se “descuageringó” (“palabro” de mi tierra que significa “desmontó”), pues habrá merecido la pena, porque la sonrisa de un niño, más si es tu hijo, es lo más importante en esta vida.

Sí, así más o menos éramos jejeje