Fin de semana en Logroño

Aunque se hayan publicado entradas el sábado y el domingo, he de decir que las había programado ya que, el sábado por la mañana, partí con dos amigos (Dump y señora) a Logroño a visitar a otra más que buena amiga, Trix, quien tuvo el detallazo de alojarnos en su casa.

El sábado tuvimos, tras una buena y ansiada comida (salimos de Barcelona a las 7:35 y llegamos a las 11:30), la suerte de visitar una magnífica bodega en la cual pudimos asistir a un concierto en el que el cantante destrozaba ligeramente a Sinatra. El muchacho (amateur, aclaración) lo intentaba, todo hay que decirlo, pero Sinatra le quedaba muy grande. Pero bueno, fue la única mini-pega del finde, cosa de la que para nada tenía la culpa Trix (además en el flyer de la actuación se habla de “magnífica voz de”, así que como para dudar). Además, los músicos sí que lo hacían bien, en clave de jazz (bajo, chelo, batería y saxo), así que nos lo más que sobrellevamos.

Tras la visita y el concierto se nos sirvió lo que en teoría era un lunch, por eso teníamos pensado irnos a la Calle (del) Laurel a cenar, pero eso no era un lunch, era una cena casi en toda regla porque no paraban de sacar bandejas con canapés, y más pinchos, y venga… así que nos limitamos a buscar un local donde hacía unos pinchas de champiñones que la señora de Dump recordaba de una visita anterior, nos lo comimos regado con una buena sidra natural y ale, a tomar “un algo” a mi local favorito de Logroño, el Premium Bar (por cada diez clicks me saco un cubata), donde nos deleitamos con unos riquísimos cocktails.

La fría mañana de domingo (tres o cuatro grados bajo cero) hicimos una visita guiada por el casco antiguo de la localidad con un guía muy simpático que nos hizo soportar el frío con sus más que amenas y divertidas explicaciones. Las murallas, varias iglesias y monumentos, la antigua tabacalera y terminamos en la cocatedral. Tras esto, nada mejor que un caldito para entrar en calor justo antes de comer.

Patatas a la riojana los hombres  y caparrones con tropezones las mujeres de primero, platos más que contundentes pero que entraron divinamente. De segundos hubo entrecot, bistec y bacalao a la riojana (muy parecido al ajoarriero), y con eso ya casi habíamos recuperado las energías gastadas durante la visita de dos horas. Postre y café (en otro local) nos terminaron de recargar las pilas, poco antes de tener que, desgraciadamente, volvernos en el tren.

De verdad que, disfrutar así de una buena estancia, en agradable compañía, no tiene precio, para todo lo demás, Euro6000 (¿qué? puestos a que no me paga ninguna por hacer publicidad… ¿no? Jaja)

Logroño que rima con… PULSA AQUÍ para ver la imagen de cierre