Si el lazarillo de Tormes levantara la cabeza…

Pues lo primero que descubriría es que la picaresca no ha muerto, más bien al contrario, ya que en tiempos de crisis es cuando más se agudiza el ingenio.

Esa picardía española, tenemos que hacer gala de ella, ya que “hecha la ley, hecha la trampa”, como con el carnet de conducir por puntos, que ya llevaba unos años en varios países pero a las pocas semanas de implantarse en España ya había gente que “vendía” los suyos por Internet, cosa que inmediatamente “adoptaron” el resto de países y que a las autoridades les costó sancionar. O esa prohibición de revender entradas… ¿yo? Yo no vendo mi entrada… yo vendo un boli BIC (¡hola Ralph!) por doscientos euros y regalo la entrada de turno… no te equivoques…

Y es que hay que tener picaresca hoy en día, romper “reglas” que no están escritas pero que la gente asume porque sí, porque son “tradición” o “siempre se ha hecho así”. El primero que inventa algo que funciona siempre será recordado por ello, como le pasó a Panenka, que se atrevió a tirar por primera vez un penalti de forma poco convencional.

Pero esta semana he visto algo que me ha terminado por romper, porque muchas veces se piensa que los innovadores son gente con mucha experiencia, gente que ha tenido mucho tiempo para pensar la mejor forma o la más rápida o la más creativa de hacer algo, pero cuando es un “crío”, aun da más satisfacción y alegría.

Es el caso de este joven jugador de fútbol americano (bueno, del equipo, pero él es el que tiene la sangre fría para hacerlo), que se saca de la manga una jugada atípica, rara, curiosa, espectacular y brillante, evidentemente, dentro de las reglas del juego. Mirad, mirad…



Esto es picardía y lo demás son tonterías.

Y eso es un “picardías” y lo siento Aina, para la próxima me acuerdo antes de pedirte permiso... de verdad de la buena...