Me ponen los pelos de punta

Hoy he leído que las peluquerías de Catalunya se han revelado contra las sociedades de gestión de derechos de los autores y editores de España (no solo contra la innombrable, aunque el titula así lo indique). Se puede ver la noticia en 20 Minutos, que crean (como los artistas) bajo licencia Creative Commons (como algunos artistas).

En resumen, creen que es abusivo tener que pagar 6 € por tener la radio puesta, 12 si el local es de más de determinado tamaño. Creo que se quejan con toda la razón del mundo.

Pensando, pensando, se me ha ocurrido que podrían hacer algo más. Imaginemos que llega alguien de una de esas entidades tan preocupadas por la desaparición de la música de la faz de la tierra a una peluquería, con la fotografía de una revista de peluquería, pidiendo un peinado como el de dicha foto. Le podrían cobrar lo habitual (por poner un ejemplo, 15 € por lavar, cortar y marcar) y un suplemento de 6 € en concepto de “canon por copia” para el autor del peinado original, 12 € si incluye un tinte.

Supongo que los taxistas, otro colectivo afectado por el canon, podrían cobrarles 6 € cada vez que la conversación sea la típica de “vaya frío que hace” u “otra vez ha perdido el Madrid”,  12 € si además el taxista es del equipo contrario.

Ahora alguien dirá que nadie tiene la patente de las conversaciones tontas… y tendrá razón, pero puestos a presuponer que todo el que compra un CD va a usarlo para copiar material con derechos de autor, vamos a presuponer también que toda conversación ha salido ya en una película (va a ser por diálogos absurdos en las películas, sobre todo españolas), así que estará registrada como tal.

La verdad es que parece mentira que los señores de las entidades de gestión de derechos de autor no se den cuenta que este tipo de actuaciones no hacen más que desmerecer aún más si cabe su vano intento por proteger un modelo de negocio caduco y que, en breve, terminará desapareciendo, le pese a quien le pese. Porque no protegen al artista sino a los negocios que se mueven a su alrededor. Artistas, por amor al arte, los seguirá habiendo toda la vida, por amor al dinero, ha habido demasiado hasta la fecha.